Larry, (Capítulo IX)
Capítulo 9
Cuando hube solucionado de manera mas o menos conveniente aquel asunto del auto me decidí a continuar con el viaje, puesto que aunque todo se haya jodido al principio no iba a ser para siempre.
Me dirigí al terminal terrestre y compre un Tícket directo a la provincia verde, y cuando ya encontré el bus correcto comprobé que aquella vendedora me había dado un asiento en la peor parte: la de atrás.
No es que yo sea exigente en estos aspectos, pero por lo general la parte de atrás del bus me provoca nauseas y me pone muy malo, mientras que en la parte de adelante el parabrisas y el paisaje corriendo me provoca vértigo y taquicardia. En fin, logré intercambiar el asiento con un tipo medio marica aduciendo que tenía que entrevistar a alguien y no me habían dado el boleto correcto y obtuve un asiento en la parte central.
El autobús estaba medio vacío, así que me estire cuan largo era en el asiento dispuesto a dormir y cuando me di cuenta ya habíamos salido del terminal. unos instantes más allá se subieron cuatro o cinco mujeres, todas gordas, mal trajeadas y feas, pero había una en especial, que venía directamente hacía mí tratando de pasar; cuando estaba encima de mí pude percatarme que a pesar de su horrendo vestido lila, tenía un buen par de tetas, grandes y macizos montes medio arrugados en donde se unían y con pecas. Se agachó y casi me los restriega en la cara.
- Cariño --me dijo con acento costeño -. ¿podrías darme paso?
- Claro - respondí con mal disimulado enfado mientras quitaba mi maleta del asiento y me disponía a ponerla en el compartimiento de arriba.
Cuando levanté los brazos aquella masa de carne envuelta apoyó su también colosal trasero en mi miembro, y por casualidad se agachó ahí mismo a recoger "algo que se le cayó". Quise evitarlo, pero se me paró de inmediato y ella al notarlo, porque lo hizo al instante, me regresó a ver y me mostró unas hileras de dientes amarillos y desiguales a modo de sonrisa.
Fue un momento incómodo, y al regresar a ver pude fijarme que no solo lo era para mí, pues dos viejas monjas me veían con una mezcla de horror y morbo, y mis mejillas comenzaron a arder.
Cuando por fin nos sentamos ella relajó todo su cuerpo y sus tetas cayeron flácidas sobre su estómago, yo me quedé viendo como hipnotizado aquel grotesco espectáculo por un momento y para disimular después agarré un libro y fingí comenzar a leer.
Como a la media hora mi cabeza no podía descansar; intentaba concentrarme en Miller y sus trópicos, pero el choque del auto de Larry me desesperaba, me fijé en mi acompañante, que dormía profundamente; roncaba como un cerdito y tenía una de sus manos en cerca del coño.
Para disimular mi creciente excitación fingí dormitar también, y me crucé de brazos de manera que el dorso de mi mano rozara parte de sus tetas. y así estaba, tan a gusto, hasta que un volantazo del chofer en una de esas curvas llamadas "de la muerte" la hizo despertar y provocó el griterío general.
Sin vergüenza alguna se abrazó a mí y como yo no relajé los brazos mi mano se halló completamente dentro de su escote; comprobé que no llevaba nada debajo, mientras sus pezones erectos punzaban de manera deliciosa.
--No me sueltes --me dijo --. Tengo mucho miedo a esta clase de cosas; sin habérselo preguntado comenzó a contarme un poco de su vida.
Cuando era niña perdí a mi madre y a mi abuela en un accidente de autobuses, por lo que junto a mis hermanas hemos crecido con pánico a viajar, pero ahora que no hay opción, pues no puedo hacer nada. Sin tener con quien quedarnos, fuimos recibidas por un tío y su esposa, y cuando ella no se encontraba, él ingería alcohol y hacía que cada una de nosotras le toquemos el pene. Mentía diciendo que era un muñequito, y que se movía por si solo si lo frotábamos; y así continuo durante varios años hasta que a una de mis hermanas le desgarró la vagina una vez que se había emborrachado... no pudo sobrevivir de camino al hospital y murió. Ese fue el acabose para nosotras, y como ya habíamos empezado a trabajar nos fuimos de allí para comenzar a vivir solas.
Así pasó hablando más de una hora hasta que se le hubo pasado el miedo y cuando llegamos a una gasolinera para descansar me pidió permiso para traer "algo" de la maleta. yo bajé a echar una meada, y cuando volvía ella me pellizcó el trasero; --ya voy --. me dijo risueña
Cuando subió me dejó una bolsa de papel, dos vasos plásticos y desapareció de nuevo por al menos tres minutos; ahí me quedé yo decidiendo si abrir o no la ginebra que había en la bolsa. al final me decidí a hacerlo y me zampé un buen trago, y cuando volvió pude notar que se había tapado con una especie de abrigo el vestido y se había ¿retocado?.
- Dame permiso - me dijo, y noté que su aliento se había vuelto fresco, como cuando te tomas enjuague bucal sin lavarte antes los dientes.
- Si, claro --balbuceé y me levante, y cuando ella se sentó advertí un preciosos muslos y la orilla de un tatuaje.
- ¿Qué significa? - inquirí mientras señalaba el borde de lo que parecía ser un símbolo rúnico.
- ¿Esto? es un símbolo nórdico que me indica siempre el norte, ya sabes... como un poste guía, para no perder el camino.
Yo, que no era un versado en esos temas pero que si había leído sobre la cultura me aventuré a comentar:
- Se llama Vergasur o verguisir, ¿no?
Ella río y levantando el reposa brazos se acercó y juntó los labios a mi oído
- Se llama Vegvísir - susurró, y su aliento quemaba -. nunca me perderé, porque funciona como una brújula, y tal vez en esta ocasión, me ha ayudado a encontrar mi norte. y diciendo esto me miró, y note que aunque no era bonita, había magia en sus ojos.
la besé, con una especie de desesperación, y ella me introdujo su lengua correspondiendo, y sentí una tensión electrizante en aquel intercambio salivar. vi con el rabo del ojo que una de sus hermanas se levantaba del asiento , pero al ver la acción volvió a sentarse.
Metí la mano por su abrigo y apreté uno de sus senos, y cuando reaccioné noté que no tenía nada debajo: ¡Estaba desnuda salvo por aquel abrigo!, y cuando me disponía a bajar la mano para magrearla un poco me retiró la mano; me sentí confundido, puesto que unos instantes después fue una de sus manos la que descendió y se posó sobre mi bragueta.
- Es mejor que nos calmemos - me dijo totalmente ruborizada -. Estamos en público y no puedo ponerme así delante de tanta gente.
Me quedé de una pieza: ¿No lo haría con tanta gente, en serio? ¿Acostumbraba a hacer esto con diversos hombres? ¿Donde quedó la historia de su tío? ¿La inventaría?... Divagué unos instantes mirando a la ventana y después resolví que no importaba; total, la conocía apenas, y aparte del beso habíamos compartido solo unas pocas palabras.
Mis pensamientos se esfumaron cuando ella me alcanzó la botella; - sírvete, total... la traje para ti -. y me miraba de forma maliciosa. No vengo seguido a la costa, y pueda ser que hoy la estancia sea un poco... diferente.
- Claro --dije, adivinando o tal vez malinterpretando el mensaje -. Total, la noche es joven
Ella río ante la ocurrencia, pues no serían más de las dos de la tarde, y me plantó la mirada.

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